sábado, abril 8
"El toro saldrá al ruedo, hambriento y sediento, desde la soledad del chiquero en el que estuvo aislado durante varias horas. La divisa, colocada antes pisar la arena, le provocará un intenso dolor y una herida de hasta 12 cm de profundidad en su cuello. Los puyazos del picador abrirán en su cuerpo trayectos de hasta 30 cm, seccionando piel, músculos, tendones, ligamentos, vasos sanguíneos y nervios, y producirán profusas hemorragias. Las banderillas agravarán la sensación de dolor en las zonas previamente lesionadas y la pérdida de sangre. Todo ello, además de los constantes pases de muleta delante de su cara y del extenuante ejercicio al que será sometido, llevarán al animal al agotamiento físico y mental, a sentirse cansado, angustiado y aturdido; será ese el momento en el que una espada de acero con tres filos penetre en su cavidad torácica seccionando sus bronquios y pulmones, encharcándola de sangre, y provocándole una lenta y agónica asfixia. Luego, si todavía es capaz de mantenerse en pie, será descabellado seccionando su médula espinal, dejándole tetrapléjico y será rematado con la puntilla, un cuchillo de 10 cm de hoja que destrozará su tronco encefálico."
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