sábado, junio 3

Tras tu marcha, llegaron las náuseas y el espacio de la cama que ocupabas se llenó de garabatos. La inspiración se hundió, cada palabra se deshizo y las musas me abandonaron a tu suerte. Te fuiste rápido, sin apenas avisar o avisando demasiado. Ahora en lugar de tu abrazo hay un rincón frío, blanco e infecto que hace las veces de bálsamo. Intento encontrarte en el resto, bloqueando la mirada, apretando el puño, perdiendo la ilusión. Apareces al doblar la esquina, al escuchar esa canción en vivo, haciéndome crecer desde tan lejos. Y yo, sigo buscando el único consuelo en la memoria, temiendo el día en que la pierda, como te perdí a ti: sola, en la distancia, sin saberlo.

"Aunque tú nunca llegaste a saberlo, me acostaba a tu espalda y mi cama se quejó y quedó fría cuando te marchaste."


Te quiero Cachito, mi princesita peluda, la gata que me robó el corazón.

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